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| | Enviado Jueves, 06 de Marzo de 2003 - 07:04 am: |  |
Benarés
6 de febrero, 1971
El señor Gourkishore esperaba una participación importante por parte de Prabhupada . El momento culminante de los siete días de conmemoración de la vista del Señor Caitaya a Benarés, dijo, era el desfile, y Prabhupada y sus discípulos jugaban un papel destacado en él. Periódicos, octavillas y altavoces habían estado anunciando por toda la ciudad la presencia de Srila Prabhupada y sus "discípulos extranjeros." Los devotos tenían la sensación de estar siendo tratados como animadores de los que se espera una actuación, pero sin salario.
El día de la procesión, Prabhupada iba subido en un carro plateado que utilizaba normalmente el rey durante unas extravagantes procesiones nupciales. La carroza iba tirada de dos caballos blancos con coronas de plata y mantas decorativas. El desfile iba encabezado por un carro con una estatua amarilla del Señor Caitanya de metro y medio de alto hecha de madera de nim, y justo detrás de él desfilaban unos elefantes decorados. Uno llevaba un cartel que decía: "Harer Nama Eva Kevalam; otro transportaba a unos actores vestidos del Señor Rama y de Sita; otro transportaba a otras dos personas que hacían de Radha y Krsna y que iban saludando a la multitud; y otro llevaba una pintura del Señor Caitanya y Sus asociados haciendo sa‰kirtana. Los elefantes iban seguidos de una camioneta con niños cantando y bailando que hacían las veces del Señor Caitanya y el Señor Nityananda, y tras ellos una serie de grupos profesionales de kirtana y los "discípulos extranjeros" de Prabhupada también haciendo kirtana.
Detrás de los devotos iba Prabhupada en su carreta, y junto a él unos devotos le abanicaban a Prabhupada con un plumero de camara. Entretanto, Prabhupada permanecía sentado con la mano derecha dentro de su bolsa de cuentas y con la izquierda apoyada sobre el bastón. Iba vestido con una kurta de seda con botones de perlas, y un parche de pasta de sándalo cubría su frente. Él no saludaba ni sonreía, y tampoco se volvía para mirar a la muchedumbre, sino que permanecía tranquilamente sentado cantando Hare Krsna con sus cuentas.
Siguiendo a la carreta de Prabhupada iba un grupo de sahnai, varios grupos más de kirtana y, por último, otra estatua del Señor Caitanya transportada por ocho hombres.
El comité del festival informó de la asistencia de trescientas mil personas, el doble de las que habrían tenido de no haber estado allí Prabhupada y sus discípulos extranjeros. La procesión terminó. Como atracción estelar, Prabhupada había hecho su aparición y atraído a un gran número de personas. Se sintió cansado. Él y sus discípulos fueron conducidos a un dharmasala cercano donde les sirvieron un festín. Prabhupada se mantuvo serio y, en cuanto pudo, volvió a su habitación y a su programa regular.
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