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| | Enviado Jueves, 14 de Junio de 2007 - 05:28 am: |  |
Srila Prabhupada Lilamrta
SS Satsvarupa Dasa Gosvami
Esta remota parte del mundo - 26 de Junio de 1971 - Los Angeles, EUA
A pesar de que Srila Prabhupada había estado fuera de Norteamérica durante un año, su Movimiento para la Conciencia de Krsna había florecido por la gracia de Krsna, y el apego de los devotos por él había aumentado. Al ver las fotos de su triunfante gira por la India, sus discípulos se habían sentido inspirados y habían incrementado su propia prédica. En cada uno de los centro norteamericanos había nuevos devotos que oían las enseñanzas de Prabhupada de labios de los discípulos más antiguos. Cientos de nuevos devotos habían aceptado a Prabhupada como su maestro espiritual y estaban deseando ser iniciados.
Una situación muy diferente a la de la primera llegada de Prabhupada a Norteamérica en 1.965 cuando caminaba por las heladoras calles sin dinero ni templo, y era ignorado por todos. En algunos momentos había pensado en dejarlo y coger un barco de regreso a la India, pero había mantenido su fe absoluta. Ahora, menos de seis años más tarde, cientos de discípulos en docenas de centros de ISKCON repartidos por toda Norteamérica le adoraban y llegaban en tropel para recibirle.
Los Angeles - 26 de junio, 1.971
Cuando Prabhupada salió de Los Angeles un año antes, los disturbios políticos le habían inquietado, pero al volver comprobó que los devotos se habían recuperado. Llenos de fe, estaban ejecutando sus órdenes de cantar en público, distribuir la revista Back to Godhead y adorar a la Deidad de Rukmini-Dvaradadhisa. En el bellamente decorado templo de Los Angeles, Prabhupada llevó a cabo una larga ceremonia de iniciación en la que aceptó a docenas de discípulos.
El 27 de junio Srila Prabhupada viajó desde Los Angeles a San Francisco para asistir al quinto Ratha-yatra anual. Doscientos seguidores fueron a recibirle al aeropuerto.
- ¿Cuántos devotos tiene? -le preguntó un periodista.
- Ilimitados -respondió Prabhupada-. Unos lo admiten y otros no. Admite que eres un sirviente del Señor Krsna y tu vida será un éxito.
Después de dos días en San Francisco Prabhupada regresó a Los Angeles y el 16 de julio partió rumbo a Detroit. Bhagavan dasa, el secretario de la junta de gobierno para la zona del medio oeste, había predicado vigorosamente en su zona y había abierto centros en San Luis, Chicago y otras ciudades. Casi trescientos devotos, la mayoría de los cuales no habían visto nunca a Prabhupada, se reunieron en el aeropuerto de Detroit para recibirle.
Suresvara: Devotos de todas partes del medio oeste americano y del este de Canadá habían ido al aeropuerto Metro de Detroit a recibir a Prabhupada. En la sala de recepción, donde habían colocado un trono dorado y rojo, los devotos cantaban Hare Krsna y bailaban mientras esperaban la llegada de Prabhupada. Cuando finalmente aterrizó el avión, hubo un estallido de gozo. La plataforma rodante se acopló al avión, pero no veíamos a Prabhupada. Me puse nervioso. ¿Cuándo entraría en la habitación? De pronto hubo un grito generalizado. Miré a mi alrededor y vi que los devotos se tendían en el suelo.
Urukrama: Srila Prabhupada entró en la habitación brillante como el sol y todos se postraron inmediatamente ante él. En esta ocasión no nos inclinamos como hacíamos otras veces, sino que fue como si una fuerza superior nos golpeara haciéndonos caer de rodillas. Cuando me levanté, no podía creerlo. ¡Allí estaba Prabhupada! Casi todos los presentes en la habitación estaban llorando.
Indradyumna: Mi primera visión de Prabhupada fue a través de la lente de mi cámara y pensé que estaba igual que en las fotos. Yo sólo le había visto en fotofrafías y ahora estaba igual, solo que moviéndose. Todos los devotos empezaron a llorar tirándose al suelo. Fue algo trascendental y emotivo. Yo miraba a los devotos más antiguos y podía percibir lo mucho que amaban a Srila Prabhupada. Me sentí incompetente y pecador.
Urukrama: Prabhupada tenía un aspecto poderoso y a la vez Delhicado y suave como una flor maravillosa. Cuando empezó a andar muy despacio, los devotos se alinearon formando una especie de isla para que anduviera. Entonces se dirigió a Kirtananada Maharaja, colocó una guirnalda alrededor de su cuello y lo abrazó. Kirtananda Maharaja lloraba con lágrimas de éxtasis; parecía un niño pequeño junto a su padre. Luego Prabhupada fue hacia Bhagavan, le dio unos golpecitos en la cabeza y lo abrazó. Bhagavan se echó también a llorar como un niño que ve a su padre después de mucho tiempo.
Visvakarma: Llegué tarde, y cuando lo hice tenía miedo de mirar a Srila Prabhupada; me sentía demasiado caído para contemplar a un representante puro del Señor, así que permanecí detrás de los devotos. Finalmente decidí que aquello era ridículo; que la perfección de los ojos es ver la forma del devoto puro de Krsna, de modo que levanté la mirada y le vi sentado bebiendo un vaso de agua. Jamás había visto a nadie beber agua de aquel modo, sin tocar el vaso con la boca. El agua fue cayendo como un río de plata dentro de la boca y la garganta de Srila Prabhupada, que terminó el vaso entero en unos cuantos tragos. Parecía un gran sabio procedente del reino espiritual; mientras sus discípulos cantaban, él los miraba sonriendo lleno de placer. Todos estaban rebosantes de dicha trascendal. Al igual que más de la mitad de los devotos, yo también lloré.
Prabhupada empezó a hablar.
"Me satisface mucho ver a tantos devotos y devotas formando parte de este gran movimiento para la conciencia de Krsna. Éste es un movimiento muy importante porque está corrigiendo a la civilización humana. El gran error de la civilización moderna es que laa personas toman el cuerpo como si fueran ellos mismos, y basados en este error de principio, todo va mal. El comienzo de todos los problemas es aceptar este cuerpo como si fuera el yo. Los grandes filósofos, científicos, teólogos y pensadores no saben cuál es el error.
Recientemente fui a Moscú y tuve ocasión de hablar con el profesor Kotovsky. Él me decía: "Swamiji, después de la aniquilación de este cuerpo, todo se acaba." Yo me quedé asombrado de ver que un profesor erudito y con un cargo de responsabilidad no tenía idea de lo que eran el alma y el cuerpo, no sabía de sus diferencias, de la transmigración del alma de un cuerpo a otro..."
En medio de la plática, sonó una voz procedente de uno de los altavoces avisando que la sala de espera tenía que ser desalojada para el siguiente vuelo.
- ¿Se refieren a nosotros? -preguntó Prabhupada-. ¿Tenemos que dejarlo? Muy bien. Vámonos.
Aquella noche, en el templo de Detroit, Srila Prabhupada se sentó en su vyasasana ante las deidades del Señor Jagannatha, Subhadra y Balarama. Mientras un devoto lideraba en kirtana, Prabhupada tocaba los karatalas, miraba a sus discípulos y asentía con la cabeza contento de verlos cantar y bailar. Tras el kirtana, Prabhupada habló.
"Ved cómo se van formando sus caracteres, cómo están siendo purificados y cómo sus caras se vuelven más luminosas. Es práctico. Esto es lo que nosotros proponemos: aprovéchense del centro; vengan. Un discípulo mío, Bhagavan dasa, lo está dirigiendo, de modo que él y los otros les ayudarán. Les ruego que vengan regularmente a este templo y saquen partido de él."
Después de la plática, Prabhupada respondió a las preguntas. Bahulasva levantó la mano.
- Srila Prabhupada, ¿qué es lo que más le complacería de todo?
- Canta Hare Krsna -respondió Prabhupada-. Los devotos gritaron espontáneamente:
- ¡Jaya! ¡Jaya!
- Es muy sencillo-añadió Prabhupada-. Canta, y yo me sentiré muy feliz. Eso es todo. Vine a vuestro país a deciros que cantárais conmigo. Vosotros me ayudáis cantando, así que estoy contento. Pero esa tendencia de querer complacerme es muy buena. Está muy bien. Y complacerme no es difícil. Caitanya Mahaprabhu dijo: "Bajo Mis órdenes, predicad y convertíos en maestros espirituales." Las órdenes son: "A quienquiera que encuentres, háblale de Krsna."
Prabhupada hizo hincapie en que si alguien quiere predicar y representar a Krsna, esa persona no puede cambiar el mensaje de Krsna, sino repetir lo que Él dice.
- Es la primera vez que vengo aquí -continuó diciendo-, pero Bhagavan dasa ya lo ha organizado todo antes. Y ¿qué es lo que ha hecho? Enseñar las cosas tal como yo se las enseñé. Eso es todo. Es maravilloso. Hay un programa en Los Angeles que también marcha muy bien. El discípulo que está al cargo se llama Karandhara y ahora se encuentra aquí. Él no hace más que lo que yo le enseño, y lo está haciendo muy bien. De primera. Todo el que viene se queda encantado con el templo, las actividades y los discípulos. Así es como se hace. Es lo que se llama el sistema parampara. No hay invenciones."
Cuando Prabhupada salía del templo aquella noche, la madre de uno de sus discípulos se le acercó.
- ¿Sabe usted que estos chicos de hecho le adoran?
- Sí -respondió Prabhupada-. Ése es nuestro sistema. Yo también adoro a mi Guru Maharaja.
Los devotos alrededor de Prabhupada se miraron entre sí y sonrieron. Aquella mujer había intentado que pareciera extraordinario el hecho de que los discípulos de Prabhupada le adoraran, pero Prabhupada lo había tomado como algo normal. Uno debe adorar al guru. Tal era el estándar vaishnava y no había por qué extrañarse.
© Bhaktivedanta Book Trust - © SS Satsvarupa Dasa Gosvami
© 2007 Templo Virtual de ISKCON (traducción)
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