.

Rama Navami 1

Istagosthi Virtual » Noticias y Pasatiempos » Festivales » 2003 » Rama Navami 1 « Previo Próximo »

Autor Mensaje





Tryadhis dasa (VBD)

Nombre de Usuario: Tryadhis

Mensaje Número: 22
Registrado: 02-2003
Enviado Viernes, 11 de Abril de 2003 - 06:34 am:   

April 11th, 2003, Friday (Navami)
Rama Navami: Appearance of Lord Sri Ramacandra
(Fasting till sunset)

(Del "Ramayana de Valmiki" Publicado por HH Bhakti Vikasa Swami)

BALA KANDA:
CAPITULO I:
EL DESCENSO DEL SEÑOR RAMA:
Extendiéndose a lo largo de las orillas del río Sarayu, había una gran extensión de tierra conocida como Koshala. Esta tierra era muy verde, próspera y rica en granos. Dentro de este vasto territorio estaba la renombrada ciudad de Ayodhya, construída por el deseo de Vaivasvata Manu, el gobernante de la humanidad. Esta gloriosa ciudad tenía como ciento cincuenta y tres kilómetros de largo, y aproximadamente treinta y ocho de ancho. Estaba bien diseñada, y sus hermosos caminos alineados estaban perfumados con agua aromática rociada por las trompas de jubilosos elefantes. Diariamente, las damiselas de los planetas celestiales la sobrevolaban en sus aeroplanos bellamente decorados y lanzaban flores.
Los umbrales de entrada a Ayodhya estaban hechos de mármol, y los portales estaban labrados en oro y plata con incrustaciones de joyas preciosas. Cañones y catapultas que podían reprimir a cualquier enemigo protegían las murallas de la ciudad. Los mercados estaban bien planificados, los edificios, que constaban de siete pisos, estaban alineados simétricamente en las calles. A través de la ciudad, bardos y cantantes recitaban las glorias de la Suprema Personalidad de Dios, y los danzarines actuaban los pasatiempos del Señor para beneficio de todos.
Dentro de Ayodhya había muchos jardines hermosos, abundantes en flores y sombra proveniente de árboles frutales. Flores de loto azules, rojas y doradas llenaban los estanques, y las fuentes lanzaban el agua hacia lo alto. Suaves brisas llevaban el rocío aromático de las fuentes, refrescando a los ciudadanos al tocarlos, y haciendo que incluso un cálido día de verano pareciera primavera. El melodioso canto de grullas, cisnes, cucús y pavos reales se podía escuchar por doquier. El agua que fluía a través de los ríos y riachuelos de Ayodhya tenía un sabor tan dulce como la miel de caña, y no se usaba solamente para beber, sino para regar las numerosas huertas de mango. Muchas casas y palacios, diseñados perfectamente, eran construidos con piedras preciosas, y estaban decorados con banderas y cotillones. Por su belleza, se comparaban a los palacios de Vaikuntha.

Ayodhya - literalmente inconquistable - estaba perfectamente custodiada por guerreros heroicos y poderosos, tal como una caverna llena de leones. Miles de guerreros protegían esta gran ciudad: arqueros expertos, diestros en el uso de armas, y luchadores de cuadriga que eran maha-rathis, es decir, que eran capaces de combatir contra miles de hombres a la vez.

Los caminos que conducían a Ayodhya estaban siempre llenos de viajeros. Reyes y príncipes de todas partes del mundo venían a rendir su tributo anual, y a ofrecer sus respetos al rey de Ayodhya. Comerciantes llegaban de todas partes e inundaban los mercados para trocar.
Sacerdotes bráhmanas podían ser vistos vertiendo gui en los fuegos de sacrificio y cantando himnos védicos, proclamando las glorias del Señor Supremo (Vishnu). Dedicados a la Verdad, y controlando sus sentidos, estos bráhmanas estaban benditos con todas las buenas cualidades.

A diferencia de la gente de hoy en día, los ciudadanos de Ayodhya eran devotamente conscientes de Dios. Esto se reflejaba en su diario vivir. Ellos no trabajaban arduamente día y noche para satisfacer sus necesidades corporales. Gracias a que ellos adoraban a Vishnu, la Suprema Personalidad de Dios, la Tierra proveía abundantemente granos, frutas, vegetales, e incluso oro, plata, perlas y joyas.
Cuando un hombre es consciente de Dios, él sabe que los hermosos ríos y arroyos, y los fragantes jardines, son todos un arreglo natural creado por Él para proveernos de paz y felicidad. Por la gracia de Dios, tenemos todo lo que necesitamos. Si somos conscientes de Krishna -si tenemos la presencia de Dios y su reinado en nuestro diario vivir- nunca conoceremos la ansiedad o el temor.
Ignorando como se logra la felicidad, la gente vanamente lucha por más y más gratificación de sus sentidos. Mientras más buscamos la felicidad a través de medios materiales, más nos alejamos de ella. Antiguamente, en los reinos de los reyes santos (rajarshis tales como Prithu Maharaja y Yudhishtira Maharaja), todos los ciudadanos eran pacíficos y felices. Nadie sufría de escasez, sequía, intenso calor o frío. Debido a la consciencia de Dios que tenía la gente, y a los sacrificios que hacían al Señor Vishnu, la Tierra se regocijaba y proveía todas las cosas buenas abundantemente.
Una vez, en esta gran ciudad, vivía un rey llamado Dasaratha, quien gobernaba la Tierra íntegra. Siendo piadoso y bien versado en los Vedas, Dasaratha sabía que rendir servicio a Dios es el propósito principal de la vida. Debido a su gran devoción por Vishnu, él poseía todas las buenas cualidades, y era amado por su gente. Como un gran guerrero de cuadriga de la dinastía Ikshvaku, él podía combatir contra miles de guerreros a la vez. Él era renombrado como un sabio entre los reyes, y frecuentemente hacía sacrificios para el placer del Señor Vishnu. Fuerte y sin enemigos, él disfrutaba de una buena reputación, no solamente aquí, sino a lo largo de los sistemas planetarios superiores, medios e inferiores.

El rey Dasaratha protegía la ciudad de Ayodhya tal como el Señor Indra protegía a Amaravati en los planetas celestiales. Bajo su reino, todo el mundo era feliz, virtuoso, veraz, y estaba contento con lo que tenía. No se podía encontrar a ninguna persona sensual, cruel, ignorante o infiel en Ayodhya. Todos los ciudadanos, siendo naturalmente intachables, tenían la disposición de nobles. Siendo devotos de la Suprema Personalidad de Dios, ellos disfrutaban de largas vidas, y nunca quedaban privados de sus posesiones. Más aún, todo el mundo ejercía debidamente su función. Los kshátriyas (guerreros, administradores) seguían naturalmente el liderazgo de los bráhmanas (intelectuales, sacerdotes); los vaishyas (comerciates, agricultores) servían a los kshátriyas; y los sudras (obreros, artesanos) sentían gran felicidad sirviendo a las clases superiores. Debido a que el Señor Supremo Vishnu era el centro de sus vidas, reinaba una perfecta armonía social.

Agregue su Mensaje Aquí
Envío:
Negrita Itálica Subrayado Crear hiperenlace Insertar una imagen prediseñada

Usuario: Información de envío:
Esta es un área privada, sólo los Usuarios Registrados y los Moderadores pueden enviar mensajes desde aquí.
Contraseña:
Opciones: Permitir código HTML en el mensaje
Actvar URLs automáticamente en el mensaje
Acción:


Administración

Terminar Sesión
Dona al Istagosthi Virtual

Página Previa

Próxima página