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Volumen 6 - Capítulo 21 - En un peque...

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Enviado Jueves, 09 de Marzo de 2006 - 06:35 am:   


Diario de un Predicador Viajero Volumen 6 - Capitulo 21
En un pequeño rincón del infierno
Sudamérica, 16 de Noviembre al 25 de Diciembre de 2005

Luego del Ratha-yatra en Buenos Aires y una semana de programas de prédica por la ciudad, fui visitado por un devoto con un mensaje de Gunagrahi Maharaja: “¿Podría usted visitar los templos de ISKCON en Chile y Paraguay?”

Dudé durante un momento, sólo porque estaba intentando hacerme una idea de en dónde se encontraba Paraguay, finalmente desistí. Giré hacia el mensajero para acceder a la petición, pero antes de que pudiera decir algo, me dió un boleto de avión y me dijo: “Usted sale pasado mañana”.

El intercambio trajo una sonrisa en mi cara. Me recordó a un soldado recibiendo nuevas órdenes de sus superiores. De hecho, Srila Prabhupada a veces comparaba la expansión del movimiento de Sankirtana del Señor Caitanya con un ejercicio militar.

quote:

Tal como Arjuna y Krsna salieron victoriosos en la Batalla de Kuruksetra, este movimiento de conciencia de Krsna seguramente emergerá victorioso si permanecemos como devotos sinceros del Señor y lo servimos de acuerdo al consejo de los predecesores.

[Caitanya-caritamrta, Madhya-lila 4.79, significado]


Así que con mis nuevas órdenes en mano, felizmente abordé a fines de Noviembre un vuelo a Santiago. La perspectiva de visitar nuevos lugares de prédica siempre es excitante para un predicador viajero, no por amor al turismo, sino porque es una oportunidad para compartir la conciencia de Krsna con los demás.

El mundo material no es de mucho interés para el devoto del Señor. De hecho, cuando mi vuelo comenzó a descender sobre los Andes y empezó a dar círculos sobre la ciudad de Santiago, ni siquiera me molesté en mirar por la ventanilla tal como lo hicieron los demás pasajeros. Estaba seguro que la ciudad se vería muy parecida a las que ya he visto en los últimos 35 años. La globalización ha traído las mismas tiendas, modas y la publicidad es prácticamente la misma en todos los países del mundo. Las culturas indígenas están desapareciendo rápidamente, dando paso a un orden mundial común. Por la gracia de mi maestro espiritual, Srila Prabhupada, sólo los lugares de los pasatiempos del Señor, tal como el pueblo de Vrindavan, en donde el Señor Krsna apareció, permanecen queridos a mi corazón.


quote:

Seguramente existen muchas ciudades alrededor del mundo, cada una de ellas bendecidas por Mi presencia en la forma de la Deidad regente quien puede satisfacer las mentes de los devotos como tú. Pero mi querido amigo, te juro una y otra vez y con toda mi sinceridad, que ninguna trae tanto júbilo a Mi corazón como esta humilde villa de vaqueros.

[Krsna hablandole a Uddhava, Uddhava-sandesa, Texto 8]


Varios devotos llegaron para recibirme y llevarme al templo en el centro de la ciudad. Luego de una corta recepción fui llevado a mi cuarto, donde pregunté por la agenda de mi visita. Quedé sorprendido cuando me informaron que habría un festival de Ratha-yatra al día siguiente.

Por la mañana nos encontrábamos todos reunidos afuera del templo, donde un grupo de devotos se encontraban dando los toques finales al gran carruaje de Ratha. Había más de 300 devotos, incluyendo a la congregación y amigos. La mayoría eran adolescentes.

“Muchos jóvenes de Santiago son atraídos por la conciencia de Krsna” dijo Adi Keshava, el presidente del templo. “Cada año hacemos entre 10 y 15 nuevos devotos. Es parecido a lo que pasaba en los primeros años del movimiento en Norteamérica, pero aquí esto lleva décadas.”

Estaba impresionado. El humor era optimista y excitante. De repente alguien hizo sonar una caracola, y 40 ó 50 jóvenes agarraron las sogas y comenzaron a correr calle abajo. Mientras el carro se deslizaba rapidamente, yo tuve que trotar para mantener el paso.

“Es sólo entusiasmo de juventud,” pensé. “Pronto bajarán la marcha.”

Pero el ritmo se incrementaba, y mi trote se transformó en carrera a medida que el gigantesco carruaje rechinaba por la esquina, rozando casi a los autos estacionados.

Cientos de jóvenes devotos brincaban y bailaban durante la ruta. Los chicos más fuertes tocaban rápidos y poderosos golpes sobre las mrdangas, mientras que el líder del kirtan cantaba en voz alta, sudando profusamente en el cálido aire veraniego, pero si, sonriendo ampliamente.

Luego de treinta minutos y cinco cuadras, me di cuenta que los devotos no tenían la intención de bajar la velocidad, así que me hice a un lado y me rezagué.

Una hora después el carruaje giró y comenzó su carrera pora otra esquina, para luego girar nuevamente y apuntar de regreso por una calle paralela por la que habíamos ido. Corté por una calle perpendicular y pronto me encontré frente al desfile.

“Maharaja,” dijo el líder del kirtan, pasándome el micrófono, “usted dirige”.

“Está bien” dije sonriendo, “pero no puedo cantar y correr al mismo tiempo.”

Reduje la velocidad del desfile y dirigí durante 20 minutos. Y le devolví el kirtan al cantante anterior, quien inmediatamente aceleró el ritmo y comenzó a correr con los devotos por las calles.

Miré a mi alrededor y pude ver a la gente disfrutando de la vista. “Es un festival de misericordia en alta velocidad” pensé. Decidí tomar un atajo hacia el sitio del festival y esperarlos allí.

Una hora más tarde la procesión se acercó al parque a una velocidad normal, seguida por una buena cantidad de jóvenes. Unos minutos después di una clase introductoria sobre la conciencia de Krsna desde el escenario del festival, notando que un buen número de adolescentes estaban prestando mucha atención, fascinados con la filosofía. “Está bien”, pensé. “Si el correr con el Señor Jagannath a través de las calles de Santiago hace que estos chicos se acerquen a la vida espiritual, que así sea.”

El único incoveniente fue que a la mañana siguiente estaba adolorido del cuerpo y apenas me podía levantar de la cama.

Algunos de los estudiantes llegaron a las clases que di en el templo los siguientes pocos días, y estuve feliz de introducirlos a la conciencia de Krsna. De hecho, estaba disfrutando tanto que me tomaron por sorpresa cuando una mañana un devoto me recordó que tenía un vuelo ese mismo día a Ciudad del Este en Paraguay.

Mientras empacaba a prisa, me encontré nuevamente haciéndome la pregunta, “¿¡En dónde quedará Paraguay!”

Arribé al aeropuerto con una hora de anticipación, y luego de pasar por migración, me senté en la sala de espera para mi primera parte del viaje: un vuelo a Asunción. Atesoro estos momentos porque son los únicos que tengo para mi. Los uso para responder mis correos, leer, o cantar unas rondas extras.

Pero esta vez abrí mi computadora, me conecté a la conexión inalámbrica del aeropuerto, y realicé una rápida búsqueda en Google sobre Paraguay. Me metí al sitio del Departamento de EUA de información consular. A medida que leía la información comenzaba a inquietarme: “Los viajeros que salgan de Asunción, la capital, deben buscar asistencia en una agencia de viajes, ya que las facilidades para los turistas son escasas o inexistentes en áreas remotas.”

“¿Por qué los turistas se molestarían en ir a un lugar así?” me pregunté.

“La mayoría de las calles urbanas están hechas de empedrado sobre la tierra,” continuaba el sitio. “Algunas carreteras en Asunción y otras ciudades grandes están pavimentadas. Sin embargo, las mismas presentan baches que permanecen sin reparar. Casi todas las carreteras rurales están sin pavimentar.”

“¡Dios mío!,” pensé, “está peor que Rusia durante la era comunista.”

“El crimen se ha incrementado durante los años recientes teniendo como objetivo a aquellos que consideran adinerados. Los ciudadanos norteamericanos en ocasiones han sido víctimas de asalto, secuestro, violaciones, y robos. Bajo estas circunstancias, los ciudadanos de EUA que se encuentren viajando o viviendo en Paraguay deben estar siempre alertas de su entorno y protegidos todo el tiempo.”

“¡Guau! Dije en voz alta.

“Los ciudadanos norteamericanos deben evitar las grandes concurrencias o eventos donde la gente se haya congregado para protestar. Tales actividades dan como resultado cierres temporales de carreteras, incluyendo las más importantes que son transitadas por turistas y residentes. Los ciudadanos norteamericanos que se encuentren ante tal situación no deben proseguir con su plan ni intentar confrontar a los manifestantes.”

Realicé una nota mental: “Evitar bloqueos de carreteras.”

Al continuar con la lectura me hacía la pregunta de si había estado bien haber aceptado este viaje a Paraguay.

“Organizaciones que proveen de apoyo financiero a grupos extremistas operan en Ciudad del Este así como también han ocurrido muchos secuestros de alto perfil.”

“Evite los secuestros,” pensé, medio bromeando conmigo mismo.

“Asaltos armados, robo de autos, invasión de hogares son hechos comunes tanto en la ciudad como en el campo. El crimen callejero, donde se destacan el carterismo y las emboscadas prevalecen en las ciudades, particularmente durante las noches cerca de los hoteles y aeropuertos.”

“Es mejor que sea cauteloso cuando aterrice en Ciudad del Este.” Pensé.

“Los estadounidenses que vivan o viajen a Paraguay son alentados a registrarse en la embajada o consulado más cercano o a través del sitio de Internet para obtener información actualizada sobre la seguridad en Paraguay.”

Inmediatamente registré mi plan de viaje en el sition web.

En el momento que se anunciaba el abordo, rápidamente consulté otro sitio. Confirmaba lo que el Departamento de Estado de Estados Unidos decía: “Una región anárquica de convergencia con Argentina y Brasil. Ciudad del Este es un lugar de lavado de dinero, contrabando, armas y drogas ilegales, traficadas por organizaciones extremistas. Paraguay es el mayor productor de marihuana.

“De cualquier manera, no hay razón para estar desalentado.” Pensé. “La experiencia me ha demostrado que tales lugares ofrecen a menudo las mejores oportunidades de prédica.”

Luego de dos horas de vuelo aterrizamos en Asunción, donde inmediatamente fui transferido a un vuelo hacia Ciudad del Este. Luego de despegar, una aeromoza hizo un anuncio en español. Sólo pude entender unas pocas palabras, algo de tres paradas camino a Buenos Aires.

“¿Cómo podré saber cuál es Ciudad del Este?” pensé.

Llamé a la aeromoza. “¿Habla inglés?” dije en mi mejor español. “Do you speak English?” repetí en inglés.

“No, Señor,” respondió, volviendo a sus actividades.

Pronto caí dormido y desperté abruptamente 45 minutos más tarde cuando el vuelo estaba aterrizando. Somnoliento, agarré mi equipaje de mano y rápidamente me bajé del avión. Yo era el único pasajero que bajaba. A medida que caminaba hacia la terminal me di cuenta de repente que no estaba seguro de haberme bajado en Ciudad del Este. Miré en la terminal, pero los carteles no decían nada acerca de Ciudad del Este.

Presenté mi pasaporte en migración. “¿Estoy en Ciudad del Este?” le pregunté al oficial. O, no pudo entender mi inglés o habrá pensado que yo estaba loco, ya que su única respuesta fue golpearse en la cabeza y reír. Estampó mi pasaporte y me indicó que continuara.

Sólo tenía un maleta, así que rápidamente me dirigí hacia la salida para encontrarme con los devotos. Me sorprendió encontrar una señal en inglés, por lo que me detuve a leerla.

“¡Cuidado! La fiebre de Dengue es prominente en esta área. Se transmite por mosquitos, se la puede encontrar en áreas urbanas y asentamientos humanos. Tome las precauciones necesarias.”

“Una cosa más de qué preocuparme,” pensé mientras me dirigía a la puerta. Pero cuando las puertas automáticas se abrieron ante mi, me di cuenta que no había nadie para recibirme. Transpiré un sudor frío. “Tal vez Ciudad del Este era la siguiente parada,” pensé.

Saqué mi celular para hacer una llamada, pero no había señal. Decidí esperar, y me senté. En ese momento un grupo de 10 o 15 taxistas se me acercaron. “¿Habla inglés?” les dije. “¿Estoy en Ciudad del Este?”

Rieron. Algunos dijeron, que sí otros que no.

Inmediatamente me rodearon. Sabía que estaba en problemas. Cuando intenté pararme, uno de ellos me empujó hacia abajo. Al momento siguiente vi que estaban agarrando mi bolso de la computadora y lo tomé fuertemente. A mi izquierda vi que habían comenzado a llevarse mi caja con las Deidades y rápidamente me abalancé sobre ellas. A medida que se me acercaban más, intentaba mantener mis bolsos junto a mí. De repente, una van se estacionó, y pude ver a los devotos adentro. Entonces, a medida que ellos se acercaban, los taxistas desaparecían en la oscuridad.

“¿Está todo bien?” dijo un devoto.

“No podría estar mejor,” le respondí. “Llegaron justo a tiempo.”

“¿Le gusta Paraguay?” me preguntó otro devoto cuando yo estaba subiendo al auto.

“Hasta ahora es tal como lo esperaba,” le dije.

Me encontraba un poquito conmocionado por el incidente en el aeropuerto, y permanecí callado mientras me conducían hacia un pequeño templo en las afueras de la ciudad ya llegada la noche. A medida que la van avanzaba por las calles empedradas, yo intentaba estudiar la escena, pero estaba muy oscuro. Me imaginaba que debería de lucir bastante a como lo había leído –pobre, subdesarrollada, y desbordada por el crimen.

Al arribar, me recibió un pequeño grupo de devotos, más tarde me retiré a mi cuarto. Me tiré en la cama, exhausto. Estaba húmedo y caliente, así que no me cubrí hasta que me encontraron los mosquitos. Me tapé, prefiriendo sudar a correr el riesgo de que me diera Dengue.

“En un pequeño rincón del infierno,” pensé mientras me dormía.

Esa noche soñé que los taxistas me secuestraban en el aeropuerto, me tiraban dentro de la parte trasera de un taxi y escapaban. Ellos mandaban un mensaje al GBC de ISKCON donde decía que tenían 24 horas para pagar el rescate de 2 millones de dólares. El GBC escribió respondiéndoles que no podían hacer tal pago ya que muchos templos estaban endeudados. Por lo tanto, los secuestradores se habían dispuesto a asesinarme, pero una multitud de ángeles apareció en el cielo y comenzaron a cantar, ahuyentando a los secuestradores.

Me desperté sudando.

“¿Fue un sueño?” pensé, aturdido por el sueño.

“Claro que lo fue” dije en voz alta, sentándome en la oscuridad. De repente escuché a los ángeles cantando nuevamente. Me levanté rápidamente y abrí la puerta de mi cuarto, entrando la luz del amanecer. Caminé afuera, y el canto se volvió más fuerte.

Un devoto se me acercó y dijo: “Buenos días Maharaja, ¿durmió bien?”

“¿De dónde viene ese canto?” pregunté.

“Hay una escuela cristiana justo detrás de la pared de su habitación,”, respondió. “Todas las mañanas los niños entonan hermosos himnos Cristianos.”

“Benditos sean estos pequeños ángeles,” dije mientras me dirigía a tomar una ducha.

Más tarde caminé hacia el frente de nuestra propiedad y quedé asombrado al ver el hermoso paisaje de casitas enmarcadas por un sereno follaje tropical.

“¿Está todo bien Maharaja?” Me preguntó un brahmacari.

“Si” dije, “estoy bien, es que no me esperaba esto. Lo que quiero decir es que esto no figuraba en los reportes que he leído. Todo es muy hermoso.”

Camino a mi cuarto, me sorprendí al encontrarme con un hermano espiritual, Jagajivan dasa.

Me contó que ha estado predicando en Paraguay durante varios años y que ha establecido un templo en Asunción. Solo me restaba admirar su determinación.

Le pregunté cuáles serían los programas para mi visita de tres días.

“A las dos en punto saldrá en la televisión nacional,” me dijo sonriendo.

Mientras nos dirigíamos hacia el restaurante vegetariano que tiene el templo en la zona del centro, en donde se llevaría a cabo la entrevista, pasamos por una área atestada cerca del río Padana, allí pudimos observar una gran puente cruzando el río. Tenía vallas muy altas a ambos lados del puente.

“¿Por qué han construido unas vallas tan altas?”, le pregunté a Jagajivan.

“Para que los contrabandistas no tiren bienes al río y éstos lleguen a Brasil.” Respondió.

“He leído sobre el contrabando,” le dije.

“Pasemos rápidamente por el puente,” dijo Jagajivan. “Es un buen sitio para ver la ciudad.”

Cuando nos acercamos al puente fuimos capturados por el tráfico pesado. Después de unos minutos ya no nos movíamos.

“¿Es esto normal?” pregunté.

“No”, me respondió. Y bajó la ventanilla para preguntarle a unos vendedores cercanos qué era lo que estaba pasando.

“Que el puente está bloqueado por una manifestación,” expresó. “Tendremos que esperar”.

Inmediatamente recordé la recomendación del Departamento de Estado de los Estados Unidos sobre los bloqueos de carreteras.

“No”, les dije. “Volvamos y dirijámonos al restaurante. No queremos llegar tarde a la entrevista.”

Junto con la televisión nacional, estaba la radio nacional y varios períodico importantes esperándonos. Terminó siendo algo más como una conferencia de prensa. “Esto sería muy difícil de hacer en Europa” pensé, “es una de las ventajas de predicar en un lugar así.”

Al día siguiente los devotos me informaron que habían arreglado dos conferencias en la universidad local. Quedé emocionado ante tal oportunidad.

Sin embargo, resultó que la universidad era en realidad una combinación de escuela primaria y secundaria. La primer clase consistía de 200 niños de 8 a 10 años de edad. Al verlos sentados ante mí, intenté explicarles los fundamentos básicos de la filosofía de conciencia de Krsna en los términos más simples. Pero perdí su atención tan solo pasados unos minutos, así que tan pronto los vi charlando entre ellos comencé a hablar sobre un tema que tal vez entendieran mejor: la amabilidad hacia los animales.

Intentaba explicarles que los animales poseen almas cuando me di cuenta que una pequeña de 9 años me miraba atentamente. Cuando dije que no debíamos ser crueles con ellos, vi que una lágrima se escurría por sus mejillas. Decidí dirigirme sólo a ella. Al mencionar que todas las criaturas son parte de una familia espiritual, su rostro se iluminó.

Cuando la campana del receso sonó todos los niños se pararon y salieron corriendo, pero la niña se quedó sentada por un momento, reflexionando en lo que había escuchado. Entonces lentamente se paró y se retiró.

Luego del recreo, entró un grupo de 300 jóvenes de la secundaria. Le pedí a Jagajivan prabhu que les hablara. Se mostró un escenario diferente ya que los chicos escuchaban atentamente.

De repente, vi a la pequeña del grupo anterior que entraba al salón y que lentamente se dirigía hacia su silla en el frente. Inmediatamente se absorbió en la clase.

Luego de media hora, Jagajivan prabhu dio por finalizada la charla y me pidió que dirigiera el kirtan. Tomé la oportunidad inmediatamente. Quería que la pequeña experimentara la bendición de la conciencia de Krsna. Mientras les estaba enseñando el mantra a los estudiantes pude verla repitiéndolo letra por letra.

Comencé a cantar, muchos estudiantes se pararon y comenzaron a bailar. Tal vez intimidada por los chicos más grandes, ella permaneció sentada, pero cantaba con una mirada de concentración en su rostro.

El kirtan se volvió más extático, y otros estudiantes más se unieron al baile. Unos momentos más tarde habían formado una sola línea que ondulaba por el salón. Después de un rato miré a mi reloj y pude darme cuenta que ya nos habíamos excedido en nuestro tiempo asignado, pero cuando paré el kirtan todos los estudiantes gritaban por más.

No tuve más alternativa que comenzar nuevamente. El campus era pequeño, por lo que me pude imaginar que todo el colegio estaba escuchando el kirtan. Miré por la ventana hacia los demás salones al otro lado del patio, y pude ver a los alumnos meciéndose en sus asientos mientras estaban concentrados en su clase. Luego de una hora di por finalizado el kirtan y miré a la pequeña niña. Permanecía todavía en su asiento, sonriente y radiante, regocijándose en el néctar de los Santos Nombres. “Ella ahora es tuya mi Señor.” Pensé. “Por favor guíala hacia Tus pies de loto.”

Luego de unos momentos ella miró su reloj, saltó de su asiento y rápidamente corrió hacia la salida. Cuando llegó a la puerta se detuvo, giró, y me sonrió, había una mirada de mucho aprecio en sus ojos, luego se fué.

Cuando todos los niños se fueron, me senté y reflexioné sobre lo aprensivo que me había puesto con respecto a esta visita a Paraguay. Moviendo mi cabeza, miré hacia arriba, reí y dije: “Bueno Señor, me puedes enviar a donde desees, siempre y cuando pueda escuchar cantar a los ángeles y donde haya almas como esta pequeña niña ansiosos de cantar Tus Santos Nombres.”

quote:

narayana para sarve
na kutascana bibhyati
svargapavarga-narakesv
api tulyartha-darsinah

Los devotos que exclusivamente se dedican al servicio devocional de la Suprema Personalidad de Dios, Narayana, nunca le temen a ninguna condición de vida. Para ellos, los planetas celestiales, la liberación y los planetas infernales son todo lo mismo, ya que tales devotos se encuentran interesados sólo en el servicio al Señor.

[Srimad-Bhagavatam 6.17.28]
©2005 - SS Indradyumna Swami - www.predicador-viajero.com

©2006 Templo Virtual de ISKCON (trad. al español)
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